Reflexión miércoles 3 de noviembre | San Martín de Porres, religioso – Memoria
UNA GUERRA MÁS PROFUNDA
Reflexión miércoles 3 de noviembre
Reflexión miércoles 3 de noviembre de 2021
San Martín de Porres, religioso
Memoria
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (1 Pedro 4,14)
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos ustedes, si los injurian por ser cristianos, porque el Espíritu de Dios descansa en ustedes. R/.
EVANGELIO
Lucas 14, 25-33
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser mi discípulo
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
«Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
Porque, ¿Quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’.
¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
En el Evangelio de hoy Jesús insiste acerca de las condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por Él, cargar la propia cruz y seguirle. En efecto, mucha gente se acercaba a Jesús, quería estar entre sus seguidores; y esto sucedía especialmente tras algún signo prodigioso, que le acreditaba como el Mesías, el Rey de Israel. Pero Jesús no quiere engañar a nadie. Él sabe bien lo que le espera en Jerusalén, cuál es el camino que el Padre le pide que recorra: es el camino de la cruz, del sacrificio de sí mismo para el perdón de nuestros pecados.
Seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal. Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia por cada hombre y por todos los hombres. La obra de Jesús es precisamente una obra de misericordia, de perdón, de amor. ¡Es tan misericordioso Jesús! Y este perdón universal, esta misericordia, pasa a través de la cruz.
Jesús no actúa solo
Pero Jesús no quiere realizar esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado. Después de la resurrección dirá a sus discípulos: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo… A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20, 21.23).
El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier bien recibe su pleno valor y significado: los vínculos familiares, las demás relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, y así sucesivamente. El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio.
Para explicar esta exigencia, Jesús usa dos parábolas: la de la torre que se ha de construir y la del rey que va a la guerra. Esta segunda parábola dice así: «¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz» (Lc 14, 31-32).
Una guerra mas profunda
Aquí, Jesús no quiere afrontar el tema de la guerra, es sólo una parábola. Sin embargo, en este momento en el que estamos rezando fuertemente por la paz, esta palabra del Señor nos toca en lo vivo, y en esencia nos dice: existe una guerra más profunda que todos debemos combatir. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y elegir el bien, dispuestos a pagar en persona: he aquí el seguimiento de Cristo, he aquí el cargar la propia cruz. Esta guerra profunda contra el mal.
¿De qué sirve declarar la guerra, tantas guerras, si tú no eres capaz de declarar esta guerra profunda contra el mal? No sirve para nada. No funciona… Esto comporta, entre otras cosas, esta guerra contra el mal comporta decir no al odio fratricida y a los engaños de los que se sirve; decir no a la violencia en todas sus formas; decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal.
¡Hay tanto de esto! ¡Hay tanto de esto! Y siempre permanece la duda: esta guerra de allá, esta otra de allí —porque por todos lados hay guerras— ¿es de verdad una guerra por problemas o es una guerra comercial para vender estas armas en el comercio ilegal? Estos son los enemigos que hay que combatir, unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses si no son los de la paz y del bien común. (S.S. Papa Francisco. Ángelus. Domingo 8 de septiembre de 2013)
Reflexión miércoles 3 de noviembre de 2021
Para la reflexión personal
El sufrimiento, más que cualquier otra cosa, es el que abre el camino a la gracia que transforma las almas. El sufrimiento, más que todo lo demás, hace presente en la historia de la humanidad la fuerza de la Redención. San Juan Pablo II.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.
Oración
Jesús, gracias por este momento de oración. Hemos aceptado tu invitación a seguirte como discípulos tuyos. No sabemos lo que el futuro nos deparará,
sin embargo, estamos dispuestos a vivir con alegría y esperanza sin temor ni desaliento. Danos la fuerza de tu Espíritu para tomar en serio nuestra fe y para aceptar con todas sus consecuencias nuestra misión en la vida. Aumenta mi fe para poder seguir el camino que me propones. Quiero ser tu discípulo, abrazar, por amor a Ti, los problemas y el sufrimiento que pueda encontrar el día de hoy, sabiendo que Tú estás conmigo y que todo tiene valor y recompensa, si es hecho por amor a Dios y a los demás. Amén.
Hoy celebramos a:
San Martín de Porres
Sirve y atiende a todos, pero no todos le comprenden. Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor. La portería del convento es un reguero de soldados humildes, indios, mulatos, y negros.
Evangelio de ayer:
RENOVAR NUESTRA FE EN LA VIDA ETERNA
Por si no lo has visto
Tema #3
Cristo Dirige Su Palabra A La Iglesia
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