Reflexión Viernes 18 de junio | 11a. Semana Tiempo Ordinario – Año Impar

EN LA BOLSA DEL CIELO
Reflexión Viernes 18 de junio

Reflexión Viernes 18 de junio de 2021
11a. Semana Tiempo Ordinario
Año Impar


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 5, 3
R/. Aleluya, aleluya.

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.

EVANGELIO

Mateo 6,19-23
Donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.

Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!». 
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Las riquezas que cuentan son las reconocidas por la «Bolsa del cielo». Y no coinciden con las lógicas ávidas de los hombres, destinadas a ser presa de «la polilla y la herrumbre», pero también a desencadenar guerras. Así, el verdadero secreto es comportarse como administradores auténticos que ponen todos los bienes «al servicio de los demás»

Las riquezas no son como una estatua, quietas, en cierto sentido sin influencia en la vida de una persona. Las riquezas tienden a crecer, a moverse, a ocupar un puesto en la vida y en el corazón del hombre. Y si el muelle que empuja al hombre es la acumulación, las riquezas llegarán a invadirle el corazón, y acabará corrupto. En cambio, lo que salva el corazón es usar la riqueza que se posee para el bien común.

Atesorad tesoros en el cielo.

Es cierto, en la raíz de la acumulación están las ansias de seguridad. Pero el riesgo de hacerlo solo para sí mismos y volverse esclavos es altísimo. Al final esas riquezas no proporcionan seguridad para siempre. Es más, tiran para abajo de tu dignidad. Y eso en familia. ¡Hay tantas familias divididas! También en la raíz de las guerras está esa ambición que destruye y corrompe.

En este mundo, en este momento, hay muchas guerras por avidez de poder, de riquezas. Pensemos en la guerra de nuestro corazón. ¡Guardaos de toda codicia!, dice el Señor (Mt 12,15). Porque la codicia avanza, avanza, avanza… Es un escalón, abre la puerta: luego viene la vanidad —creerse importantes, creerse poderoso— y, al final, el orgullo. Y de ahí, ¡todos los vicios, todos! Son peldaños, pero el primero es ese: la codicia, el ansia de acumular riquezas.

Es cierto que acumular es una cualidad del hombre y hacer las cosas y dominar el mundo es también una misión. Pero ahí está la lucha de cada día: cómo administrar bien las riquezas de la tierra, para que estén orientadas al Cielo y se conviertan en riquezas del Cielo. Hay una cosa clara: cuando el Señor bendice a una persona con riquezas, lo hace administrador de esas riquezas para el bien común y el bien de todos, no solo para su propio bien.

La tentación de la codicia

Y no es fácil ser un administrador honrado, porque siempre está la tentación de la codicia, de ser importante. El mundo nos enseña eso y nos lleva por ese camino. En cambio, debemos pensar en los demás, pensar que lo que tengo está al servicio de los demás y nada de lo que tengo me la podré llevar conmigo. Si uso lo que el Señor me ha dado para el bien común, como buen administrador, me santifico, me haré santo.

Oímos a menudo tantas excusas de personas que pasan la vida acumulando riquezas. Por nuestra parte, todos los días tenemos que preguntarnos: ¿Dónde está tu tesoro? ¿En las riquezas o en esa administración, en ese servicio por el bien común? Es difícil, ¡es como jugar con fuego!

Muchos tranquilizan su conciencia con limosnas, dando lo que les sobra. Eso no es el buen administrador: el buen administrador toma para sí lo que sobra y da a los demás, en servicio, todo. Administrar la riqueza es despojarse continuamente del propio interés y no pensar que esas riquezas nos salvarán. ¡Acumular, sí, está bien… tesoros, sí, está bien! Pero de los que cotizan —digamos así— en el Banco del Cielo. ¡Ahí, acumulad ahí! (S.S. Papa Francisco. Misa en Santa Marta. Viernes 19 de junio del 2015.)

Reflexión Viernes 18 de junio

Fray Nelson Medina, O.P.
Reflexión Viernes 18 de junio de 2021.
El amor a Cristo se manifiesta en el amor a la Iglesia.
Cristo vino a esta tierra para que hubiese Iglesia, para que tú y yo unidos a la comunidad creyente, conectados con Él en un solo cuerpo recibamos los bienes de la salvación.
Para la reflexión personal

«el Señor quiere que pongamos el corazón en las personas de la familia humana o sobrenatural que tengamos, que son, de ordinario, a quienes en primer lugar hemos de llevar a Dios, y la primera realidad que debemos santificar.» Tomado de Hablar con Dios

Oración

Señor, perdona nuestra codicia de acumular para nosotros mismos los bienes de la tierra y los bienes de la espiritualidad: enséñanos a compartir los dones de la bienaventuranza de la pobreza para la que nos capacita el Espíritu Santo; Perdona nuestras miradas codiciosas y pesimistas sobre nuestra vida diaria y sobre lo que nos rodea: enséñanos la bienaventuranza de los limpios de corazón que ven lo bueno, huella de tu belleza y de tu amor. Amén


Por si no los has visto
Tema #1: Introducción Al Libro De Apocalipsis – Curso de Apologética II

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