Sábado Séptima Semana de Pascua | Reflexión al Evangelio – Ciclo A, B y C
FE Y VISIÓN DE DIOS
Sábado Séptima Semana de Pascua
Sábado Séptima Semana de Pascua
Reflexión al Evangelio 22 de mayo de 2021
Ciclo A, B y C
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Jn 16,7.13)
R/. Aleluya, aleluya.
Yo les enviaré el Espíritu de la verdad, y él los irá guiando hasta la verdad plena, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Juan 21, 20-25
Éste es el discípulo que ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: «Sígueme». Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: ‘Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?’. Al verlo, Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¿qué va a pasar con éste?». Jesús le respondió: «Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme».
Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: ‘Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?’.
Éste es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran.
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
Podemos concentrar nuestra reflexión uniendo las tres partes en un espléndido fragmento de Agustín, donde el obispo de Hipona hace la comparación entre Pedro y Juan.
La Iglesia conoce dos vidas, que la predicación divina le ha enseñado y recomendado. Una de ellas es en la fe, la otra es en la clara visión de Dios; una pertenece al tiempo de la peregrinación en este mundo, la otra a la morada perpetua en la eternidad; una se desarrolla en la fatiga, la otra en el reposo; una en las obras de la vida activa, la otra en el premio de la contemplación.[…]
[…] una combate con el enemigo, la otra reina sin más contrastes; una es fuerte en las desgracias, la otra no conoce la adversidad; una lucha para mantener frenadas las pasiones carnales, la otra reposa en las alegrías del espíritu; […] En consecuencia, una es buena, pero se encuentra todavía en medio de las miserias; la otra es mejor porque es beata. La vida terrena está representada en el apóstol Pedro; la eterna, en el apóstol Juan.
El curso de la primera se extiende hasta la consumación de los siglos, y allí encontrará su fin; la realización cabal de la otra está remitida al final de los siglos y al mundo futuro, y no tendrá ningún término. Por eso el Señor le dice a Pedro: «Sígueme», mientras que hablando de Juan dice: «Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme».
¿Qué significan estas palabras?
Según lo que yo puedo juzgar y comprender, éste es el sentido: «Tú sígueme, soportando, como yo lo he hecho, los sufrimientos temporales y terrenos; aquél, sin embargo se queda hasta que yo venga a entregar a todos la posesión de los bienes eternos». Aquí soportamos los males de este mundo en la tierra de los mortales; allá arriba veremos los bienes del Señor en la tierra de los vivos para siempre.
Que nadie, sin embargo, piense separar a estos dos ilustres apóstoles. Ambos vivían la vida que se personifica en Pedro y ambos vivirían la vida que se personifica en Juan. En la imagen de lo que representaban, uno seguía a Cristo, el otro estaba a la espera. Ambos, sin embargo, por medio de la fe, soportaban las miserias de este mundo y esperaban, ambos también, la felicidad futura de la bienaventuranza eterna. (Agustín, Comentario al evangelio de Juan, 124,5). (Lectio Divina. Zevini-Cabra)
Reflexión Evangelio Sábado Séptima Semana de Pascua
Para la reflexión personal
»Si el amor de Dios se muestra tan grande cuando la cabida del corazón humano –traidor, con frecuencia– es tan poca, ¿Qué será en el Corazón de María, que nunca puso el más mínimo obstáculo a la Voluntad de Dios?» San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 178. Hablar con Dios
Oración
Señor, concédenos en la vigilia de esta noche, de la solemnidad de Pentecostés, renovar sí al misión encomendada. En oración junto a nuestra Madre María, pedimos al Espíritu que llene nuestra vida. Que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros, para que seamos creyentes entusiastas y testigos fieles de la persona y del Evangelio de Jesús. Que nuestra manera de vivir, dé testimonio claro de que Jesús es nuestra luz y nuestra vida. Ven espíritu Santo Creador, Quédate con nosotros, danos tu inteligencia y llena de bondad nuestros corazones. Danos tu paz, tu bendición, tu consuelo, tu serenidad y tu sabiduría; para que transformemos nuestro presente, en la voluntad del Padre que está en los cielos. Amén.