Sábado Sexta Semana de Pascua | Reflexión al Evangelio – Ciclo A, B y C
MIRAR CON LOS OJOS DE DIOS
Sábado Sexta Semana de Pascua
Sábado Sexta Semana de Pascua
Reflexión al Evangelio 15 de mayo de 2021
Ciclo A, B y C
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 16, 28
R/. Aleluya, aleluya.
Yo salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre, dice el Señor. R/.
EVANGELIO
Juan 16, 23-28
El Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han Creído
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre. Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
El fragmento subraya el tema de la oración. La nueva era predicha por el Señor a los suyos consistirá en la comprensión de la relación recíproca que existe entre el Padre y el Hijo y en la manifestación de Jesús con el don de la oración eficaz, porque él es el único camino para la oración dirigida a Dios. Los discípulos no estaban acostumbrados a orar en el nombre de Jesús (v 24). Ahora, sin embargo, por medio del Espíritu Santo enviado por el Padre, se ha inaugurado un tiempo nuevo en el que se pueden dirigir al Padre en el nombre de Jesús, porque su Señor, en virtud de su paso al Padre, se ha convertido en el verdadero mediador entre Dios y el hombre.
En la oración es donde los discípulos conocerán la íntima relación que existe entre Jesús y el Padre, y la de éstos con ellos. A continuación serán escuchados, porque existirá un entendimiento perfecto en el amor y en la fe con Cristo, con el que serán casi una sola cosa. Más aún, serán escuchados porque son amados por el mismo Padre a causa de su fe en el misterio de la encarnación del Hijo (vv. 26s). La Palabra de Jesús es una palabra de vida que merece ser custodiada en el corazón.
La comunión de los discípulos con Jesús y con su misión les garantiza que el Padre escuchará su oración como escucha la del Hijo. Del mismo modo que las obras y las palabras de Jesús no son suyas, sino del Padre, tampoco las obras y las palabras de los discípulos son suyas, sino de Jesús, presente dentro de ellos: la omnipotencia de Jesús es la omnipotencia de los discípulos.
Mirar con los ojos de Dios
La mirada al mundo, aunque necesaria, no me ayuda ciertamente a salvarlo, a no ser que lo mire con los ojos y con el corazón del Padre, que ha dado al Hijo para la salvación del mundo y quiere implicarme en esta aventura decisiva, porque es una aventura que tiene que ver con la eternidad.
El ojo de Dios me ayudaría a ver las necesidades —con frecuencia ocultas— de la gente, a encontrar el remedio «divino» y no sólo humano que debemos ofrecerles, la alegría plena que hemos de presentar, el amor que lo rescata todo. ¿Y si mi problema fundamental fuera la débil contemplación? (Lectio Divina. Zevini-Cabra)
Reflexión Evangelio Sábado Sexta Semana de Pascua
Para la reflexión personal
El gran mensaje contenido en esta página de Juan me provoca: ¿por qué obtengo tan poco? ¿Por qué soy tan poco eficaz? ¿Por qué mi alegría es tan raramente plena? Y aún: ¿por qué el misterio de la unión del Hijo con el Padre me atrae sólo de una manera débil? ¿Por qué siento tan pocas veces la omnipotencia de Dios en mi acción? ¿Y si estas preguntas estuvieran concadenadas? ¿No estarán por casualidad mis ojos demasiado vueltos a la realidad de este mundo y demasiado poco al misterio de Dios, al amor del Padre al Hijo y del Hijo a los discípulos?
Oración
¡Pedir en tu nombre, oh mi amadísimo Salvador, no sólo pronunciar tu nombre, sino hacer mía tu causa, perseguirla con tu corazón, ver el mundo con tus ojos, comprender tu alegría, querer entregarme como te entregaste tú! ¡Qué lejos estoy de todo esto! Por eso me quedo en ocasiones decepcionado en mi oración; por eso pierdo el ánimo en mi compromiso con tu servicio; ante a la escasez de resultados, me viene la tentación de abandonar. Señor, cuando oramos y te pedimos, concédenos también tu actitud, danos la gracia de no buscarnos a nosotros mismos y de no intentar forzarte a hacer nuestra propia voluntad. Danos una sana inquietud para buscar tu voluntad y para entregarnos en tus manos. Amén.
Lectura Espiritual: Hablar con Dios