Trigésimo Segundo Domingo Tiempo Ordinario | Reflexión Evangelio 7 de noviembre – Ciclo B
CONSTRUIR LA VIDA Y CONFIAR EN DIOS
Trigésimo Segundo Domingo
Trigésimo Segundo Domingo
Reflexión Evangelio 7 de noviembre de 2021
Tiempo Ordinario – Ciclo B
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO (Cfr. Mt 5, 3)
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.
EVANGELIO
Marcos 12, 38-44
Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Éstos recibirán un castigo muy riguroso».
En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: «Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir».
R/. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Reflexión
La Liturgia de la Palabra de este domingo nos ofrece como modelos de fe las figuras de dos viudas. Nos las presenta en paralelo: una en el Primer Libro de los Reyes (17, 10-16), la otra en el Evangelio de San Marcos (12, 41-44). Ambas mujeres son muy pobres, y precisamente en tal condición demuestran una gran fe en Dios. La primera aparece en el ciclo de los relatos sobre el profeta Elías, quien, durante un tiempo de carestía, recibe del Señor la orden de ir a la zona de Sidón, por lo tanto fuera de Israel, en territorio pagano.
Construir la vida y confiar en Dios
Allí encuentra a esta viuda y le pide agua para beber y un poco de pan. La mujer objeta que sólo le queda un puñado de harina y unas gotas de aceite, pero, puesto que el profeta insiste y le promete que, si le escucha, no faltarán harina y aceite, accede y se ve recompensada. A la segunda viuda, la del Evangelio, la distingue Jesús en el templo de Jerusalén, precisamente junto al tesoro, donde la gente depositaba las ofrendas. Jesús ve que esta mujer pone dos moneditas en el tesoro; entonces llama a los discípulos y explica que su óbolo es más grande que el de los ricos, porque, mientras que estos dan de lo que les sobra, la viuda dio «todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 44).
De estos dos episodios bíblicos, sabiamente situados en paralelo, se puede sacar una preciosa enseñanza sobre la fe, que se presenta como la actitud interior de quien construye la propia vida en Dios, sobre su Palabra, y confía totalmente en Él. La condición de viuda, en la antigüedad, constituía de por sí una condición de grave necesidad. Por ello, en la Biblia, las viudas y los huérfanos son personas que Dios cuida de forma especial: han perdido el apoyo terreno, pero Dios sigue siendo su Esposo, su Padre.
Unidad entre fe y caridad
Sin embargo, la Escritura dice que la condición objetiva de necesidad, en este caso el hecho de ser viuda, no es suficiente: Dios pide siempre nuestra libre adhesión de fe, que se expresa en el amor a Él y al prójimo. Nadie es tan pobre que no pueda dar algo. Y, en efecto, nuestras viudas de hoy demuestran su fe realizando un gesto de caridad: una hacia el profeta y la otra dando una limosna. De este modo demuestran la unidad inseparable entre fe y caridad, así como entre el amor a Dios y el amor al prójimo —como nos recordaba el Evangelio el domingo pasado—.
El Papa san León Magno, cuya memoria celebramos ayer, afirma: «Sobre la balanza de la justicia divina no se pesa la cantidad de los dones, sino el peso de los corazones. La viuda del Evangelio depositó en el tesoro del templo dos monedas de poco valor y superó los dones de todos los ricos. Ningún gesto de bondad carece de sentido delante de Dios, ninguna misericordia permanece sin fruto» (Sermo de jejunio dec. mens., 90, 3).
La Virgen María es ejemplo perfecto de quien se entrega totalmente confiando en Dios. Con esta fe ella dijo su «Heme aquí» al Ángel y acogió la voluntad del Señor. Que María nos ayude también a cada uno de nosotros, a reforzar la confianza en Dios y en su Palabra. (Papa Emérito Benedicto XVI. Ángelus. Domingo 11 de noviembre de 2012)
Reflexión Trigésimo Segundo Domingo
Para la reflexión personal
La limosna brota de un corazón misericordioso que quiere llevar un poco de consuelo al que padece necesidad, o contribuir con esos medios económicos al sostenimiento de la Iglesia y de aquellas obras buenas dirigidas al bien de la sociedad. Esta práctica lleva al desprendimiento y prepara el corazón para entender mejor los planes de Dios.
Tomado de Hablar con Dios, meditación diaria.
Oración
Dios Todopoderosos, has sido bastante generoso con nosotros, pero nosotros con frecuencia hemos sido tacaños con otros a la hora de compartir nuestro amor y nuestras cosas. Te pedimos perdón por nuestro egoísmo. Dame tu gracia para transformar mi espíritu en la generosidad para vivir en una constante preocupación por tus intereses y por las necesidades de los demás. Confunde nuestros cálculos mentales y cambia nuestros intereses personales por un compartir generoso, para que nuestra forma de dar se parezca a la tuya, sin contar nunca el costo. Que el testimonio de aquella mujer viuda, sea una invitación a poner mi vida en tus manos y que entendamos que lo central no es el templo ni lo que se hace él, sino la actitud y la libertad con la que me relaciono contigo. Amén.
Evangelio XXX Domingo:
LA VIDA ES SIEMPRE UNA OPCIÓN´p
Por si no lo has visto
Tema #3
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